Por qué no se puede obligar a un niño a compartir

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Hace poco su hijo estaba jugando tranquilamente en el patio de recreo, sin prestar mucha atención al hecho de que sus juguetes son tomados por otros niños, y ahora está defendiendo furiosamente su derecho a la propiedad, puede gritar, e incluso golpear a otro niño por su cosa. ¿Cómo puedo saber si esto es codicia o una afirmación normal de sus límites?

Por qué no debe obligar a su hijo a compartir nada

A la edad de 1,5-2,5 años, el niño empieza a sentirse como una persona completa. En este momento se producen los primeros intentos de separar su propio «yo» de los demás: tiene claro que este juguete es suyo, su vestido es de mamá, su reloj es de papá y el libro es de su hermano. Todas las cosas que considera suyas son una extensión de sí mismo, y cualquier infracción de sus juguetes es percibida por él como una violación de sus límites personales.

Por desgracia, pocos padres tienen en cuenta esta característica de la edad. Si no nos enseñaron de niños a decir «no» y a proteger adecuadamente nuestros propios intereses, no podemos enseñárselo a nuestros propios hijos.

¿Cómo es un paseo normal con tu hijo la mayoría de las veces? Ahora tu hijo está jugando con su juguete, su imaginación construyendo enormes castillos y un mundo en el que es un superhéroe, y entonces llega otro niño y le quita el juguete. La primera reacción natural es el resentimiento, la incomprensión, el deseo de reclamar inmediatamente su cosa. Pero nuestra sociedad no apoya este comportamiento: ¡hay que compartir! Y ahora mi madre obliga al niño a darme un juguete.

De hecho, si los sentimientos del niño son bastante comprensibles y lógicos, la madre a menudo se siente perdida en esta situación: por un lado, quiere apoyar a su hijo, por el otro – hay reglas que solíamos seguir. Le resulta difícil orientar sus acciones y elige el camino más fácil: seguir el patrón impuesto por la sociedad.

El problema es que así es como criamos niños cómodos. Cómodos para nosotros, para otros niños, pero no para nosotros mismos. Enseñamos a los niños a no escuchar sus propios sentimientos y deseos, y el resultado son hombres y mujeres adultos que no saben lo que quieren de la vida, que siempre están pendientes de las opiniones de los demás y no pueden decir que no, aunque vaya en contra de sus propios intereses.

Para evitar el sentimiento de avaricia en un niño, es muy importante crear en él la conciencia de que en este mundo todo es suficiente. Al fin y al cabo, es cuando hay «suficiente» y no cuando hay «demasiado» cuando dejamos de ser codiciosos. Hay cinco reglas sencillas que puedes seguir para conseguirlo:

  • Amor incondicional. Aprenda a amar a su hijo con la plena aceptación de un carácter, rasgos, apariencia, aspiraciones. Sin comparar, sin lamentar, sin querer arreglar algo en él. Sólo amar, y lo más importante, mostrar siempre ese amor. Ningún juguete, viaje o entretenimiento caro puede sustituir el verdadero sentimiento de ser amado y aceptado tal y como es.
  • Espacio de elección. Reconoce en tu hijo el derecho a las cosas, déjale elegir incluso en cuestiones tan sencillas como qué ropa ponerse para pasear o qué libro leer por la noche. Para que sus decisiones no entren en contradicción con tus normas, ya a la edad de un año y medio o dos, crea un espacio de disponibilidad y elección para tu hijo.
  • Por ejemplo, pon en el armario la ropa adecuada para la temporada, y cada cosa debe estar al alcance del niño. Coloca los libros en los estantes inferiores para que siempre pueda alcanzarlos sin ayuda. Dale acceso a juegos, plastilina, lápices. En resumen, cree un espacio comprensible para su hijo, que sea sistemático y lógico. Por supuesto, esto requerirá un pensamiento de diseño, pero así es como nacen la belleza y la comodidad.
  • El derecho a la emoción. También en este caso, podemos poner el ejemplo de una situación en la que un niño intenta llevarse un juguete. En este caso, es muy importante hablar con el niño sobre las emociones: «Ahora quieres jugar tú con este juguete. Y después de jugar, ¿se lo darás a Juan?». Hay que estar preparado para que el niño diga tanto «sí» como «no». Si sigue sin querer compartir el juguete, explícaselo a otro niño: «Juan, hoy Alex quiere jugar con este coche él solo. Yo puedo ayudarle a hacer crayones. Explicando a cada una de las partes lo que ocurre, no sólo podrás evitar un conflicto, sino que darás ejemplo de comunicación en situaciones controvertidas.
  • La gratitud. Un niño en el que se forma el estado de «suficiente», es fácil de compartir. Y no es importante cómo sucede entre los niños, sino cómo se siente en la familia. El deseo del niño de compartir una galleta contigo, es su elección porque es libre de comerla él mismo. Así que si tu hijo te regala algo sabroso o comparte contigo algo valioso para él, acéptalo siempre con gratitud.
  • Ejemplo personal. La capacidad de apreciar el trabajo y las cosas es tan importante como la capacidad de alejarse del apego doloroso a ellas. Eso no significa renunciar a todo y a todos. Significa priorizar y jerarquizar las cosas en tu vida en cada momento, algo que como adultos debemos aprender primero y luego transmitir a nuestros hijos. No tengas miedo de hacerte preguntas incómodas: «¿Estoy amontonando montañas de comida en la mesa del bufé durante las vacaciones cuando un solo bocado habría sido suficiente? ¿Estoy viviendo la vida que quiero vivir?».

Criar a un hijo es una misión compleja y exigente, pero en realidad se reduce a cosas muy simples y sencillas: amor, aceptación y respeto. Recuerda esto en cada momento con tus hijos, y así habrá más gente feliz a tu alrededor