Recientemente, los países del G7 se pusieron de acuerdo sobre un tema importante: el pago del impuesto de sociedades o impuesto sobre los beneficios por parte de los gigantes tecnológicos. En la actualidad, las empresas mundiales pagan este impuesto en su lugar de constitución. Esto permite a las empresas ubicarse en los llamados «paraísos fiscales» -países con bajos tipos impositivos- y así ahorrar dinero.
Los países del G7 han tomado la decisión histórica de que las empresas internacionales paguen impuestos en los estados donde ganan, no donde están registradas.
El impuesto de sociedades podría ser del 15%, que es lo que pagarán los gigantes tecnológicos del mundo a los presupuestos de los países donde operan.
Está claro que hasta ahora se trata de acuerdos preliminares, y que los países aún tienen que unificar sus leyes fiscales.
Pero se espera que el número de países participantes aumente con el tiempo (en concreto, está previsto debatir el acuerdo en la reunión de ministros de finanzas y gobernadores de bancos centrales del G20 que se celebrará en julio de 2021 en Venecia).
Cómo afectarían los nuevos impuestos a las grandes empresas tecnológicas
En una reciente reunión en Londres, los países del G7 pusieron fin a la larga disputa sobre cómo deben tributar las empresas internacionales y quién tiene derecho a su dinero.
El modelo tradicional de tributación de los beneficios – se recauda en el lugar donde está domiciliada la empresa, lo que significa que, en teoría, las sucursales de distintos países también deberían pagar. Pero es posible llevar los beneficios a la oficina central y pagar donde está registrada. Esto permitía a las empresas registrarse en países con tipos impositivos bajos, llevar los beneficios allí y pagar allí, con tipos reducidos. El resto de los estados recibieron migajas del pastel de miles de millones de dólares de beneficios empresariales, aunque ganen lo que les corresponde en sus mercados.
Por ejemplo, la sucursal irlandesa de Microsoft no pagó ni un céntimo de impuestos en Irlanda el año pasado, aunque ganó 315.000 millones de dólares. El hecho de que la empresa esté registrada en Bermudas (un paraíso fiscal con mínimos impuestos) le permitió evitar la tributación en este país. «No es ningún secreto que muchas, si no todas, las empresas gigantes del mundo optimizan su fiscalidad de esta manera», afirma Oleg Pendzin, director del Club de Debate Económico.
Este problema es especialmente relevante en el caso de las empresas con gigantes tecnológicos (Google, Microsoft, Facebook y otras) que venden sus contenidos y prestan servicios a distancia. Como resultado, acumulan enormes flujos de caja, de los que los países en los que prestan estos servicios (por ejemplo, vendiendo publicidad o suscripciones) no obtienen nada.
Muchos países se han manifestado desde hace tiempo en contra de este injusto reparto de beneficios, pero la pandemia de coronavirus, cuando los ingresos presupuestarios se desplomaron y los costes de mantenimiento de las empresas y las personas aumentaron, aceleró las negociaciones sobre esta cuestión.
Al final, en la reunión del G7, los ministros de Economía llegaron a un compromiso y acordaron cómo deben pagar los impuestos las empresas internacionales. La nueva fórmula consiste en que el impuesto sobre la renta se pagará allí donde la empresa gane. Al mismo tiempo, el impuesto de sociedades mínimo será del 15%, para que los países no lo reduzcan, tratando así de atraer a las corporaciones globales hacia ellos.
«Según los principios de las reformas históricas, las empresas mundiales con al menos un 10% de rentabilidad estarían cubiertas, con un 20% de los beneficios que superen el 10% redistribuidos y luego gravados en los países donde realizaron las ventas», dice el acuerdo.
El acuerdo fiscal se alcanzó entre Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Alemania, Canadá, Italia y la UE. Cuentan con miles de millones de euros adicionales de las empresas internacionales.
«Tras años de discusiones, los ministros de Economía del G7 han alcanzado un acuerdo histórico para reformar el sistema fiscal mundial con el fin de adaptarlo a la era digital global», dijo el ministro de Hacienda del Reino Unido, Rishi Sunak.
Sin embargo, se trata de acuerdos preliminares, que se discutirán en la reunión del G20 en Venecia en julio. Como resultado, los países elaborarán una estrategia y comenzarán a unificar sus leyes fiscales.
La idea que subyace a la decisión es que no haya ninguna jurisdicción en el mundo en la que el tipo del impuesto sobre la renta sea inferior al 15%, pero esto no será fácil de conseguir: habrá que seguir negociando.
Por ejemplo, los representantes de Irlanda, que participaron en la reunión como observadores, pidieron que se tuvieran en cuenta los intereses de todos los países. Este país es uno de los paraísos más populares para las empresas multinacionales: el tipo sobre la renta de las empresas es allí del 12,5%, pero las deducciones de todo tipo pueden bajar hasta el 4%. Para entender las dificultades que atraviesan los países, basta con recordar que incluso entre los países de la Unión Europea existen diferentes condiciones para las empresas. Los tipos van del 31,5% en Portugal al 9% en Hungría.
¿Pagarían los gigantes tecnológicos unos impuestos justos?
Cabe destacar que los gigantes mundiales ya han dicho que no están en contra de las nuevas normas fiscales.
Facebook dijo que la empresa está dispuesta a deducir el 15% en el país de los beneficios.
Amazon también dijo que la unificación de los regímenes fiscales aportaría una estabilidad adicional.
Google anunció oficialmente que apoya la modernización de las normas fiscales internacionales y añadió que espera que el nuevo acuerdo se ratifique lo antes posible.
De hecho, el tema de la evasión fiscal por parte de las empresas multinacionales se lleva debatiendo desde hace mucho tiempo a nivel mundial. Si los países aplican las nuevas normas en su legislación, se evitará realmente que las empresas evadan el impuesto sobre la renta en el país donde se prestó el servicio. Aunque en realidad es muy difícil rastrear qué servicios se prestaron en un país concreto y qué beneficios específicos se obtuvieron allí. De hecho, para poder controlar esta información, hay que abolir por completo el secreto bancario.